18 julio 2005

En mitad de la nada

Llego a estas alturas del año con la sensación de cansancio de un anciano de ochenta años. Estoy en mitad de la nada, de la canícula veraniega. Me da la impresión de haber envejecido en el último mes, creo que he envejecido un año. Ana me dice que eso es madurez, no envejecimiento; como siempre, supongo que tiene razón.
Me he afeitado la cabeza, aunque mi trabajo es cara al público, es un "me da igual todo a estas alturas del año" o un "quiero irme de vacaciones y olvidaros a todos"....lo pienso mientras escucho ensimismado a un cliente que me cuenta no se qué de unas tierras y una cosecha perdida...en septiembre ya veremos, ahora no. Trabajar es jugar a ser mayor y a que nos importan los problemas de los demás más que los nuestros....
Por cierto, mitad también del Centenario del Quijote. Ya la gente se ha olvidado un poco, ahora se pueden leer en los periódicos crónicas de las rutas del hidalgo y ciertos estudios sobre temas técnicos de la obra o del autor. Ahí sigue, eterna, amplia hasta perderse, límpida de cielo y tierra, como siempre La Mancha. Me he perdido en ella, en mi Quijote, mis pensamientos, en mitad de la nada, desde mi cubículo para el mundo...
Mi cliente se ha ido del despacho, he tomado las notas precisas....sé lo que quiere, lo haré; por cierto lleva zapatos blancos...no me fío de alguien que los lleva.

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